¡CORRAMOS A GUANARE, FALTA UN MES!
«…Y sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte,
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.» (Lc. 2,15-20)
Nos refresca encontrarnos en estas épocas del año con este pasaje bíblico que escucharemos proclamado en la Solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, el próximo 11 de Septiembre. A un mes de esta fiesta es todo un compromiso animarnos y prepararnos a partir de esta Palabra para vivir dicha celebración. Imitemos el gozo de los pastores. Comencemos una caminata gozosa hacia Guanare, allí encontraremos a la Reina María, sí, sentada en un trono de aparentes signos indígenas, pero siendo ella a su vez Trono para su Hijo Rey. Ella es la Sede Sapienciae. Comencemos este recorrido.
MARÍA DE COROMOTO ES LA HISTORIA PERSONIFICADA DE NUESTRO PAÍS.
La Virgen de Coromoto enciende en nosotros ese fuego, esa hoguera de fe. Como ríos del llano venezolano que desembocan en la explanada de Guanare, corre por todo el territorio la materna presencia de María Santísima, quien acompaña a este pueblo desde los inicios de la conquista de nuestras tierras. La Virgen de Coromoto es la personificación de la historia de nuestro país, ella es la garantía de la presencia de Jesús y de su Evangelio en nuestro pueblo, que tomó como primeros lugares los asentamientos indígenas, a los pequeños de Dios, y fruto de todo ese proceso de colonización y de evangelización, con todas las aristas y realidades que esto trajo, llegó el Evangelio a esta tierra. Parte de ese proceso era conocer la cultura de toda una civilización que habitaba en nuestro país, conocer sus costumbres, irlas valorando y transformando a través de la educación, y sobretodo el gran trabajo de la siembra de la fe. Ésta se convirtió en la primera lección que recibió nuestro pueblo de manos y boca de su Madre y Maestra.
La tribu de los Cospes, a la cual pertenecía el indio Coromoto, tuvo el privilegio de recibir ese gran regalo y enseñanza de la Fe en las palabras de nuestra Santísima Madre: «Vayan a que los blancos los bauticen», con el agua que corría por nuestros ríos y el ímpetu de sus aguas, con esa fuerza el agua bendita que ofrecía María sembró la fe en los corazones de todos, pareciera que escucháramos aquella impetuosa e insinuante voz: «Hagan lo que Él les diga».
Y aquella situación en la cual se luchaba entre saber quién era aquella Bella Señora y lograr cautivar el corazón del indio Coromoto, allí también entró Dios. De manera que la fe en Venezuela quedó sembrada lucha tras lucha, por abrir el entendimiento, por dejarse catequizar, terminando por reinar la docilidad de una Maestra sentada en su Cátedra cautivando a sus hijos-alumnos con su belleza y dulzura.
COROMOTO: UN PAISAJE DE SANTIDAD.
La Virgen de Coromoto se queda con nosotros en una minúscula presencia material, del tamaño de una huella dactilar, un pequeño pergamino misterioso, que a pesar del tiempo y de los maltratos que ha sufrido, ha permanecido allí intacta, con todos sus trazos y líneas, cada una de las cuales pareciera delatar el dedo de Dios, su autor, quien siempre escribe recto en nuestras líneas torcidas. Cada trazo de la imagen de la Virgen de Coromoto es una muestra sutil del amor de Dios que dibujó un paisaje de santidad en ese espacio tan pequeño.
El indio Coromoto, en su afán e impulso por conocer a aquella Bella Señora, con aquella reacción muy a su manera, pues escapaba de su entendimiento, le arranca a la Virgen un pedacito de ella. El indio la llevo apretada en su puño de guerrero, luchador y trabajador, como buen venezolano. Y así como la Virgen no ha soltado al niño que lleva sentado en sus piernas, en su regazo, en cada venezolano se hace presente aquel hombre santo, que luego entrando en razón se deja bautizar y se da cuenta de que más bien fue la Virgen quien le arrancó a Él el corazón. Fue la Virgen quien conquistó su corazón y lo mantuvo unido a ella. Y desde entonces, cada hijo de esta tierra empuña con mucha fe el amor de María.
LA SABIDURÍA ENCARNADA.
María es la Madre de la Sabiduría encarnada. La Iglesia, al escuchar ante todo la voz de la sabiduría eterna, percibe en los textos sapienciales de la Sagrada Escritura las palabras de la Santísima Virgen María, ya que en estos textos la Sabiduría de Dios habla en cierto modo como personalización de la Virgen. Desde el siglo XII la Iglesia atribuyó a la Virgen algunos títulos que ponen de relieve su vinculación a la Sabiduría Eterna, a saber, «Madre de la Sabiduría, Fuente de la Sabiduría, Casa de la Sabiduría, Trono de la Sabiduría… entre los que prevaleció sobre todo este último.
Con este título se venera a la Santísima Virgen María en algunas Iglesias Particulares, universidades, institutos religiosos, entre los que destaca la Compañía de María, fundada por San Luis Grignion de Monfort.
Con este título celebramos en María su función maternal, su dignidad real y su eximia sabiduría y prudencia en las cosas divinas:
SU FUNCIÓN MATERNAL, porque en virtud del Misterio de la Encarnación reside en el seno purísimo de la Virgen Madre la Sabiduría Eterna del Padre.
SU DIGNIDAD REAL, porque el niño que se sienta en las rodillas de la Madre es el Rey Mesiánico que «se llamará hijo del Altísimo» al que «el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre… Y reinará sobre la Casa de Jacob para siempre y su Reino no tendrá fin» (Lc. 1,32-33; Is. 9, 6-7) Jesús es el Rey al que acudirán Reyes lejanos de otras tierras y al que vendrán a adorar ofreciéndole regalos.
SU SABIDURÍA Y PRUDENCIA, porque la Santísima Virgen María aparece en los Evangelios como la Virgen sabia que guardaba todo en su corazón.
POR ELLA LE HEMOS VISTO EL ROSTRO A DIOS.
Somos un pueblo Mariano, hemos sido cuidados por la Santísima Virgen, a quien honramos como Trono de Sabiduría en una de las letanías del Santo Rosario y en diversos momentos de la liturgia, pero que en Coromoto descubrimos de manera explícita: una maestra sentada en su Cátedra y con la gran lección en sus manos, Jesús. Así la describe el libro del Eclesiástico en su texto sapiencial, dándonos el perfil de la Sabiduría: «…yo salí de la boca del Altísimo…Puse mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube… sobre todos los pueblos y naciones, en todos ellos busqué un lugar de descanso y una heredad donde establecerme… entonces el Creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel”. (Eclo. 24, 3-8)
La Gracia es la luz con la cual se ilumina el diseño de Dios en el mundo, su sabiduría hace posible que el mundo exista, su curso, su desarrollo, su desenvolvimiento, hace posible que Dios esté. Por eso estas palabras de este libro sapiencial se le atribuyen a la Virgen María, pues también gracias a ella, a su dejarse en las manos de Dios, su hijo se hizo hombre en medio de nosotros. Así como por su Sabiduría fue creado el universo, así por María Santísima todos los hombres le hemos visto el rostro a Dios.
Nuestra Madre de Coromoto está sentada en su sede, ella es el Trono de la Sabiduría, ella se hace silla para que Dios se siente, María es el lugar donde Dios pone su estrado, su asiento, dónde Él reposa, la verde pradera para las ovejas del redil, la tierra que mana leche y miel, la tierra prometida, es María asumiendo características topográficas, lugar de Dios.
Su hijo está en sus piernas. María es la Maestra que se ha sentado en su Cátedra para darnos a todos los venezolanos una gran lección de fe, esperanza y caridad. María nos trae el libro con la lección más completa, la vida de Cristo. En todas sus apariciones y advocaciones, cuando no lo lleva en sus brazos, lo lleva en su vientre. A ella la veneramos porque nos brinda la presencia de Jesús. Su vida tiene sentido por Jesús.
«HALLARÁN AL NIÑO Y A SU MADRE»
María es testigo junto con José de ese pléroma del que nos habla la Carta a los Gálatas: «Cuando llegó la plenitud de los tiempos, vino Cristo nacido de una mujer, nacido bajo la ley…» (Gál. 4,4) Ese momento preciso en el que Dios abraza la humanidad y se encarna el Verbo eterno en el vientre de María Santísima.
Desde entonces María no hace otra cosa sino ofrecernos a Jesús. Coromoto nos ofrece a Jesús, su hijo, el Rey del Mundo, ese mundo que el niño sostiene en su mano.
La reciente restauración de la reliquia trajo consigo el rescate de aquel símbolo pequeño que encierra tantos tesoros. La imagen del niño se borró, está María y un espacio en blanco, el niño no se ve. Se trata de un signo dentro de otro signo, un niño que desaparece para darle espacio y lugar a todos los hijos de María. Esos hijos de María que hemos de sentarnos en sus piernas para reposar, para aprender de Cristo todo lo que ella nos va a decir, somos nosotros. El niño desaparece, como ante los discípulos de Emaús, para recordarnos que también nosotros somos hijos. «Hijo, he allí a tu Madre… Madre, aquí están tus hijos»
Ver a María acogiéndonos en su regazo maternal, nos recuerda esta hermosa escena que nos ha relatado Lucas, José, María y el niño recostado, contemplando a todos, padres y visitantes, aquel acontecimiento. Así encontraremos a nuestra Madre.
SIÉNTATE EN SUS PIERNAS.
Venezuela tiene que nacer de nuevo, y debe renacer del agua y del Espíritu, como le pidió María a los indios. Debemos nacer del vientre de Coromoto, y de la nueva conciencia de que somos cristianos, nacidos del Bautismo. Venezuela y el mundo tienen que resurgir del agua. Debemos ser reconquistados por el Evangelio, por la Fe. Este tiempo de Pandemia, penitencia y purificación debe traer a esta tierra hombres nuevos, nuevos hijos a la fe, que se dibuje en ese espacio en blanco coromotano el rostro de cada uno de nosotros.
Hemos de nacer de Cristo, en Espíritu y en verdad. Sintamos en nuestro corazón las palabras de la Virgen, atribulada buscándonos: «Hijo, tu padre y yo te hemos estado buscando…» (Lc. 2, 48) Aquí estoy esperando por ti… «Me quedaré hasta que vuelvas» (Jue. 6, 18).
Virgen de Coromoto, Trono de la Sabiduría, renueva la fe en todos los corazones de los venezolanos. Amén
Pbro. Henry Tapia
2 comments on “Virgen de Coromoto: Trono de la Sabiduría”
Sabrina Canelon
Virgen de Coromoto, renueva la fe en toda la extensión de nuestra patria❤️
Reynaldo Millán
Amén